En el periodo inmediato posterior a la guerra de Estados Unidos contra Irak, algunos de quienes se oponen al imperio militar mundial estadounidense se sienten desalentados y aislados.
Esto es un grave error, en este periodo inestable hay oportunidades tremendas para avanzar en la lucha contra el capitalismo y sus imperios militares.
El periodo anterior a la guerra lanzó a las calles a millones de personas en todo el mundo en contra de la guerra. Esto no pareció importarle a Bush y la guerra pasó de todas formas. ¡Qué novedad! El punto aquí no es que la guerra sucedió a pesar de la oposición masiva. El punto es que hubo manifestaciones masivas y que millones de personas aprendieron una lección crucial: que el sistema político va a ignorar sus manifestaciones pacíficas.
La desilusión de millones de personas que no pudieron parar la guerra mediante manifestaciones pacíficas puede ir en dos direcciones: o bien la gente se orillará hacia la apatía y el silencio, o bien se radicalizarán y comenzarán a darse cuenta de que la única manera de parar la tendencia del sistema hacia el asesinato masivo, consiste en encontrar maneras para irrumpir, resistir y luchar contra el sistema. Si el sistema no escucha a la gente, la gente tendrá que derribar el sistema como acto de autodefensa.
La guerra, la falta de unidad frente a la misma por parte de las potencias captalistas, la crisis de la ONU y la resistencia popular mundial a la guerra, han afectado el equilibrio político anterior.
Como un globo que ha sido continuamente inflado hasta explotar, todas las piezas del juego han sido momentáneamente lanzadas al aire.
Esta ruptura histórica puede abrir camino hacia un cambio social masivo. La dirección de ese cambio es desconocida y todas las partes desean aprovechar el momento y promover sus propios objetivos. Depende del movimiento contra la guerra, y particularmente de los radicales y antiautoritarios dentro del mismo, el asegurarse de que el cambio en este periodo de inestabilidad sea positivo, no negativo.
Ahora estamos en un momento crucial para organizarnos, continuar la lucha, enfatizar las lecciones aprendidas y dirigir a las personas y organizaciones que fueron movilizadas por la guerra de un movimiento reactivo frente a la guerra hacia una lucha por algo nuevo. Es crucial, en este periodo inmediato posterior a la guerra, definir hacia dónde vamos e ir más allá de lo que nos oponemos.
Nuestra visión alternativa es la de un mundo organizado alrededor de la libertad, autodeterminación, cooperación y la satisfacción de las necesidades humanas —no de violencia, dominación, coacción y ganancia. La mayoría de la gente reconoce que la fuerza no da la razón. Es fácil confundir la inevitable victoria militar y la victoria política de Bush, con ganar la paz.
El movimiento contra la guerra puede tener una mejor oportunidad de desacreditar las soluciones militares depués de la guerra, que la que tuvo al prevenirla. La lucha contra la guerra ha radicalizado a segmentos de una generación entera. La gente que ha pasado por la experiencia de marchar y protestar con optimismo y de haber sido separada y atacada, se ha vuelto crítica de muchas instituciones sociales. En particular, han sido desacreditados los medios de comunicación, que normalmente sirven para promover la estabilidad política, social y la hegemonía.
Para millones de personas en Estados Unidos el gobierno estadounidense ya no es “su” gobierno, sino una fuerza hostil y represiva que las pone en peligro. Para la mayor parte de la gente en el mundo, se ha vuelto claro que la mayor amenaza a la paz y la libertad, es el gobierno estadounidense y su actuación como poder único, que no es cuestionado, que no rinde cuentas a nadie y que está nuclearmente armado.
s ciudadanos de la tierra
¿Qué acciones puede tomar la gente para usar este periodo inmediato posterior a la guerra contra la intención de Bush de forjar un imperio americano?
Ha sido de gran inspiración ver la creatividad y el valor de la gente de Irak al resistir la ocupación de las fueras estadounidenses. Bush justificó la invasión como un esfuerzo para llevar “libertad” y liberación a Irak. Pero en los primeros cinco días después de que las tropas estadounidenses aplastaron la resistencia militar, miles de iraquíes comenzaron a marchar pacíficamente en las calles, con pancartas escritas en inglés exigiendo “Yanquis, go home”.
El movimiento iraquí contra la ocupación no ha sido, en general, un movimiento pro-Saddam. Los participantes están contentos de no tener dictadura, pero no quieren reemplazada con un estado clientelista pro-estadounidense. Aquí en Estados Unidos los activistas en contra de la guerra debemos hacer lo posible para apoyar la resistencia a la ocupación en Irak. Los soldados estadounidenses han disparado en manifestaciones pacíficas y asesinado a docenas de civiles. El movimiento anti-imperialista estadounidense debe asegurarse de que la sangre derramada en Irak, es la de nuestras hermanas y hermanos, por la cual el regimen militar estadounidense deberá rendir cuentas.
Podemos solidarizarnos con el pueblo iraquí —mientras avanzamos en nuestras metas domésticas— ayudando a mantener las noticias sobre la resistencia iraquí en los encabezados de los medios. Los medios de comunicación estadounidenses, después de una cobertura inicial sobre las manifestaciones anti-estadounidenses en Irak, prácticamente han callado sobre el tema.¿Esto significa que han parado las protestas en Irak? Es muy poco probable. Tal vez sea hora de enviar medios de comunicación independientes y observadores civiles a Irak.
Mientras este artículo está siendo escrito, la ocupación estadounidense está organizando un régimen “nuevo” para controlar Irak. No es una gran sorpresa que estén solamente recilando el sistema anterior. La policía y otros oficiales bajo el regimen Baathista “malévolo” ahora han sido recontratados para ser la policía y oficiales del nuevo régimen “libre”.
La diferencia es que ahora los líderes son generales estadounidenses y los iraquíes son títeres de aquellos. El pueblo iraquí está preocupado por ver a sus anteriores opresores, nuevamente armados. Pero la versión de “libertad” de Bush no tiene mucho que ver con las vidas de la gente común y corriente. Como siempre, la definición de “libertad” según los gobernantes estadounidenses, es la libertad de las corporaciones para hacer sus negocios en Irak. Nada de esto es una sorpresa: el imperialismo occidental siempre ha usado a las élites locales para controlar las poblaciones.
El régimen de Saddam fue brutal, utilizaba ejecuciones sumarias, tortura y una gran variedad de tácticas de la policía estatal. Desafortunadamente Estados Unidos tolera o promueve las violaciones de los derechos humanos en régimenes que instala en países que ha “liberado”. Son comunes las condiciones represivas en los países apoyados por Estados Unidos. Muchos de los países que sirvieron de base militar para la guerra contra Irak, tienen un nefasto historial de dictaduras, tortura y represión. Así, la movilización contra el apoyo estadounidense a las violaciones de los derechos humanos, puede dar al movimiento de oposición en Estados Unidos, oportunidades para criticar el apremio hacia un imperio estadounidense mayor.
Antes de la guerra un eslogan popular fue “no blood for oil” (“no sangre por petróleo”). Ha sido sorprendente la rapidez y obviedad con que la ocupación estadounidense ha puesto en claro que el principal objetivo de la guerra fue el control del petróleo. Al momento en que publicamos este artículo, la ONU está lista para conceder a la ocupación estadounidense el control directo del dinero generado por las ventas de petróleo iraquí. El dinero será, supuestamente, usado para ayuda humanitaria y para la reconstrucción de Irak.
La realidad es que la reconstrucción será llevada a cabo por
corporaciones gigantes estadounidenses con vínculos cercanos a la administración de Bush. A Bechtel se le concedió sin licitación, un contrato de 680 millones de dólares para reconstruir Irak, sólo unos cuantos días después de que terminó la lucha. La compañía Halliburton, que perteneció en el pasado al vicepresidente Cheney, recibió discretamente un contrato para la reconstrucción, que podría llegar a montar hasta 7mil millones de dólares, pero que por el momento “sólo” tiene un monto de 500 millones. La prisa para comenzar la guerra, tiene más sentido cuando nos damos cuenta de que los asesores cercanos a Bush y sus aliados, esperan recibir millones de dólares por el petróleo iraquí después de la guerra. Es crucial que el movimiento radical estadounidense difunda estas conexiones después de la guerra.
Las contradicciones, mentiras y violencia que mencionamos anteriormente, son sólo unos cuantos de los resultados de la guerra contra Irak. Ahora es el momento para que los activistas estadounidenses luchemos para ganar una guerra política y aprovechemos la inestabilidad política inmediata posterior de la guerra, par promover una visión alternativa para el futuro. Necesitamos trabajar a partir de la movilización en contra de la guerra y expandir la base de gente opuesta al imperio munidal militar estadounidense. Parte de lo que se necesita hacer es prevenir guerras contempladas en el futuro contra Siria, Irán, Corea del Norte, Sudán y Libia (así como intervenciones en Las Filipinas, Indonesia, Colombia, Venezuela, etc.), pero esto no es todo. La oposición estadounidense tiene que luchar por algo, no solamente en contra de todo.
Así como Seattle y el movimiento en contra de la globalización unieron a los ambientalistas y activistas laborales y de maquiladoras, la resistencia del movimiento posterior a la guerra, debe reunir las lecciones e ideas de los activistas contra la globalización con una internacionalización nueva, basada en el movimiento contra la guerra. Hay oportunidades alentadoras para unir al movimiento de resistencia estadounidense con movimientos en todo el mundo que están luchando para resistir la dominación de Estados Unidos. Después de la guerra contra Irak no hay tiempo para retirarse en el silencio, la apatía y el derrotismo. Como Joe Hill dijo, “don’t mourn, ORGANIZE! (“No guarden luto ¡Organícense!)